Concepto artístico de Kepler-10b. Crédito: NASA |
"Las mejores capacidades de Kepler han convergido para dar la primera evidencia sólida de un planeta rocoso orbitando una estrella que no sea nuestro Sol", dijo Natalie Batalha, subdirectora del equipo científico de Kepler en el Centro de Investigación Ames de la NASA en Moffett Field, California, y autora principal de un artículo sobre el descubrimiento aceptado por la revista Astrophysical Journal. "El equipo de Kepler hizo un compromiso en 2010 sobre el hallazgo de reveladoras firmas de pequeños planetas en los datos, y está comenzando a cumplir".
El fotómetro ultra-preciso de Kepler mide la pequeña disminución en el brillo de una estrella que se produce cuando un planeta cruza por delante de ella. El tamaño del planeta se puede derivar de estas disminuciones periódicas del brillo. La distancia entre el planeta y la estrella se calcula midiendo el tiempo entre disminuciones sucesivas, a medida que el planeta orbita la estrella.
Kepler es la primera misión de la NASA capaz de encontrar planetas del tamaño de la Tierra en o cerca de la zona habitable, la región en un sistema planetario donde el agua líquida puede existir en la superficie del planeta. Sin embargo, dado que orbita una vez cada 0,84 días, Kepler-10b se encuentra más de 20 veces más cerca de su estrella que Mercurio de nuestro sol y no en la zona habitable.
Kepler-10 fue la primera estrella identificada que podría albergar un pequeño planeta en tránsito, colocándolo en la parte superior de la lista de observaciones desde tierra con el telescopio de 10 metros del Observatorio W.M. Keck en Hawai.
Los científicos que esperaban una señal para confirmar a Kepler-10b como planeta, no fueron decepcionados. Keck fue capaz de medir los pequeños cambios en el espectro de la estrella, llamado efecto Doppler, causados por el revelador tirón ejercido por el planeta en órbita alrededor de la estrella.
"El descubrimiento de Kepler-10b es un hito importante en la búsqueda de planetas similares al nuestro", dijo Douglas Hudgins, científico del programa Kepler en las oficinas centrales de la NASA en Washington. "A pesar de que este planeta no está en la zona habitable, el emocionante hallazgo muestra el tipo de descubrimientos realizados gracias a la misión y la promesa de muchos más por venir", dijo.
El conocimiento del planeta es tan bueno como el conocimiento de la estrella que orbita. Debido a que Kepler-10 es una de las estrellas más brillantes que vigila Kepler, los científicos fueron capaces de detectar variaciones de alta frecuencia en el brillo de la estrella generada por las oscilaciones estelares, o terremotos estelares. Este análisis permitió a los científicos definir las propiedades de Kepler-10b.
Hay una clara señal en los datos provenientes de las ondas de luz que viajan en el interior de la estrella. Científicos del Asteroseismic Science Consortium usaron la información para comprender mejor la estrella, al igual que los terremotos se utilizan para aprender acerca de la estructura interior de la Tierra. Como resultado de este análisis, Kepler-10 es una de las estrellas que albergan planetas mejor caracterizada.
Esa es una buena noticia para el equipo que estudia a Kepler-10b. Precisas propiedades estelares arrojan propiedades planetarias más precisas. En el caso de Kepler-10b, el panorama que surge es el de un planeta rocoso con una masa 4,6 veces la de la Tierra y con una densidad media de 8,8 gramos por centímetro cúbico; similar a la de una pesa de hierro.
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