La flecha señala el gigantesco ciclón de Saturno, de unos 4,000 km de longitud. Crédito: NASA |
El equipo comenzó a seguir al ciclón en 2004, año en el que la sonda Cassini (NASA/ESA/Agencia Espacial Italiana) empezó a enviar imágenes desde Saturno. Desde entonces hasta 2009, los científicos han confirmado la persistencia de este gigantesco ciclón, de un tamaño similar al continente europeo. El diámetro de su vórtice (óvalo circulatorio de la perturbación) llega a superar los 4.000 kilómetros.
"Las observaciones convierten a este ciclón en el de mayor intervalo de tiempo conocido en los planetas gigantes del Sistema Solar, Júpiter y Saturno", destaca la investigadora, quien reconoce que todavía "sabemos muy poco sobre este tipo de estructuras".
Aún así, el equipo ha analizado la morfología horizontal del ciclón, la estructura vertical de las nubes y su dinámica, además de crear un modelo de la circulación interna del ciclón y su interacción con los vientos externos mediante simulaciones matemáticas. Los resultados se han publicado recientemente en la revista Icarus.
Vientos poco intensos en el interior
Medir los vientos internos del vórtice resulta muy difícil debido al bajo contraste de las imágenes, pero los investigadores han logrado detectar que son "poco intensos" si se comparan con el propio movimiento del ciclón. El colosal torbellino se desplaza a 245 km/h arrastrado por una intensa corriente en chorro, mientras que el valor máximo del viento en su periferia es de 72 km/h.
"Otro motivo de atención fue su aspecto visual, que recuerda mucho a la Gran Mancha Oscura de Neptuno, que, como la Gran Mancha Roja de Júpiter, es un anticiclón", apunta Teresa del Río. Los vientos de los anticlones giran en sentido contrario a la rotación del planeta y son mucho más estables, lo que hace que sus vórtices sean también mucho más longevos que los de los ciclones en los planetas gigantes.
En contraste con los grandes y duraderos anticiclones de Júpiter, el ciclón de Saturno presenta una circulación débil y propiedades muy similares a las del entorno que lo rodea.
Los científicos esperan impacientes la información de 2010 para conocer cómo ha evolucionado la perturbación durante este año. Los últimos datos disponibles son de 2009 debido a que la NASA libera las imágenes de la sonda Cassini con un año de retraso.
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