El dióxido de azufre en la atmósfera de Venus podría ser clave para combatir el calentamiento global en la Tierra

Un equipo internacional, incluyendo al investigador del CNRS Jean-Loup Bertaux, ha descubierto una capa de dióxido de azufre en la atmósfera superior de Venus. Los investigadores proponen un nuevo mecanismo para explicar este inesperado resultado. El dióxido de azufre es de particular interés para ellos, ya que este gas podría ser utilizado para enfriar la Tierra a través de un proceso de geo-ingeniería presentado por Paul Crutzen.

Esquema de las reacciones en la fina niebla por encima de la capa de nubes principal de Venus
Las reacciones de SO, SO2, SO3 y H2SO4 en la fina niebla
por encima de la capa de nubes principal de Venus.
Venus se encuentra totalmente cubierto por una gruesa capa de nubes, de entre 50 y 70 km de altitud, por encima de la cual una niebla más fina se extiende unos 100 km de altitud. Las nubes y la niebla consisten en gotas de ácido sulfúrico concentrado.

Usando la nave espacial Venus Express de la ESA, en órbita alrededor de Venus desde 2006, y su instrumento SPICAV, los investigadores descubrieron la presencia de dióxido de azufre (SO2) gaseoso en lo alto de la atmósfera, a una altitud de entre 90 a 110 kilómetros.

Este descubrimiento fue confirmado por investigadores de EE.UU., quienes detectaron dióxido de azufre en la atmósfera de Venus utilizando un método diferente (mediante la observación de la radiación de microondas de un observatorio terrestre), pero no pudieron precisar su altitud.

Los investigadores creen que el dióxido de azufre se deriva de la niebla de ácido sulfúrico en la atmósfera superior de Venus. En el lado diurno de Venus, la temperatura aumenta con la altitud por encima de 90 kilómetros, lo que hace que el ácido sulfúrico se evapore. A continuación, se descompone bajo el efecto de la radiación solar, produciendo dióxido de azufre (ver diagrama superior).

El dióxido de azufre también se encuentra en la Tierra, siendo liberado principalmente por erupciones volcánicas. A veces, alcanzando alturas de hasta 20 kilómetros, se convierte en ácido sulfúrico, provocando la formación de pequeñas gotas. Las gotas reflejan parte de la radiación solar de vuelta al espacio, dando lugar a un descenso de las temperaturas de la superficie. Inspirándose en este proceso, el químico y meteorólogo Paul Crutzen, ganador del Premio Nobel de Química de 1995, propuso hace varios años que sería posible liberar artificialmente grandes cantidades de dióxido de azufre a una altitud de 20 kilómetros con el fin de enfriar las temperaturas de la superficie y contrarrestar el efecto invernadero.

A pesar de que no estamos ni técnica ni éticamente preparados para llevar a cabo este tipo de operación, conocida como geo-ingeniería, podríamos vernos obligados a hacerlo dentro de 20 o 30 años si el calentamiento global se convierte en insoportable. Desde este punto de vista, es necesario estudiar los efectos que tendría la liberación de SO2, y considerar todas las cadenas de reacciones potenciales. Entender las reacciones que tienen lugar en el ambiente de Venus nos ayudará a hacerlo.

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