Así es, la duración de los días se viene acortando desde 1992, es decir, no todos los días duran las 24 horas a las que estamos acostumbrados.
Una película clásica sobre el desembarco de Normandia en la Segunda Guerra Mundial se llamó "El día más largo". Sin embargo, científicamente, el título no era correcto. El 6 de junio de 1944 no fue el día más largo. Tampoco es un solsticio de verano, 21 de junio, cuando el periodo entre la salida y puesta del Sol es el más largo en el hemisferio norte.
El día más largo del siglo pasado ocurrió en algún momento durante 1912, según el geofísico del Laboratorio de Propulsión a Chorro (Jet Propulsion Laboratory, JPL) Richard Gross. El día más corto en los últimos 100 años fue el 2 de agosto 2001, cuando el tiempo que tardó la Tierra en dar una vuelta completa sobre su eje cifra cayó a menos de 24 horas por alrededor de una milésima de segundo, informa el JPL.
Gross ha estudiado la rotación de la Tierra. Como resultado, concluye que la Tierra no gira como un reloj. En un artículo reciente publicado en Physics of the Earth and Planetary Interiors, Gross combinó varias series de mediciones de duración del día abarcando desde 1832 hasta 1997 y suaviza algunos de los errores con una fórmula matemática sofisticada.
"La duración del día varía alrededor de una milésima de segundo en el curso de un año", dice Gross. "Poco a poco aumenta en el invierno, cuando la Tierra gira más lentamente, y disminuye en verano. También hay patrones de cambios en la longitud del día en las últimas décadas, incluso siglos".
Puesto que hay 86.400 segundos en un día de 24 horas, unas pocas milésimas de segundo no parecen provocar mucha diferencia, pero lo hacen. Saber exactamente cuándo y cuánto varía la rotación de la Tierra podría conducir a mejores modelos de la atmósfera y los océanos, la predicción del tiempo atmosférico y un mejor conocimiento del funcionamiento interno del planeta.
Además de su investigación, Gross trabaja con un grupo en el JPL que utiliza el sistema de posicionamiento global para medir la rotación de la Tierra con gran precisión, a alrededor de una centésima parte de un milisegundo. "El JPL es uno de los pocos lugares en el mundo que tiene una aplicación para este tipo de trabajo", dice Gross.
"Si, por ejemplo, desea enviar una sonda a Marte", dice Gross, "puede hacer un seguimiento de la nave espacial con respecto a la Tierra. Para ello se necesita saber exactamente cómo la Tierra se orienta a fin de que las maniobras tomen un camino correcto para llegar a un lugar de aterrizaje en Marte en particular".
"Si la Tierra gira de manera uniforme, usted sabría que está orientada en un momento determinado en relación con Marte o cualquier otro lugar", dice Gross, "pero la Tierra no gira uniformemente."
Gross trata de comprender estos cambios y la manera de predecirlos. "Las variaciones en la longitud del día se observaron por primera vez por Edmond Halley en 1695", dice Gross. "Estaba mirando el movimiento de la Luna y creyó ver una aceleración. Lo que realmente veía era la Tierra en desaceleración."
Desde la época de Halley, los científicos han utilizado una variedad de técnicas para medir la velocidad de rotación de la Tierra. Primero se utilizaron los métodos astronómicos. Ahora utilizan el láser lunar y los satélites; una técnica llamada interferometría de muy larga base y el sistema de posicionamiento global.
La longitud del día -la velocidad con que la Tierra rota- depende de cómo se distribuye la masa de la Tierra. Su masa incluye la atmósfera, la litosfera y su núcleo líquido. Por eso un terremoto puede alterar la velocidad de rotación. "Es como un patinador sobre hielo", dice Gross.
"Los cambios anuales en la duración de la jornada -dice Gross- son causados sobre todo por el ambiente, los cambios en la fuerza y la dirección de los vientos, especialmente la corriente en chorro. El Sol calienta el ecuador más que los polos. La diferencia de temperatura es en gran parte responsable de la corriente en chorro. Cambios estacionales en la temperatura producen cambios diferencia en los vientos y, por tanto, la longitud del día".
Los cambios en los patrones de la duración del día pueden durar décadas. "Estas son causadas por procesos en el núcleo de la Tierra", dice Gross. "El núcleo es un fluido. Su movimiento genera el campo magnético de la Tierra. Observar el campo magnético en la superficie nos da una idea de cómo el líquido se mueve dentro del núcleo. De estos cambios en el movimiento del fluido inferidos de los producidos en el campo magnético pueden coincidir con el período más largo de cambios en la longitud del día", explicó.
Sucede que estamos ahora en medio de uno de estos patrones a largo plazo. Anualmente, la duración de la jornada ha sido cada vez más corta desde 1992. Si la tendencia continúa, dice Gross, el día más corto puede aparecer este verano.
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