La migración de los planetas gigantes del Sistema Solar hace unos 3.900 millones de años provocó un "bombardeo" de cometas y asteroides que enriqueció a la Tierra con agua y materia orgánica y por lo tanto contribuyó a abonar la superficie terrestre en un estado previo al origen de la vida.
Así lo afirma en una entrevista a Efe el científico del Instituto de Ciencias del Espacio-CSIC Josep Maria Trigo, quien tiene previsto ofrecer hoy una conferencia titulada "Asteroides y cometas en el origen de la vida en la Tierra. Lo que nos enseñan los cuerpos primitivos del Sistema Solar" en el Museo de la Ciencia y el Cosmos de Tenerife.
El científico fue el único investigador español que participó en el equipo de estudio preliminar de la misión Stardust de la NASA, en la que por primera vez se analizaron muestras de materiales procedentes de un objeto del Sistema Solar diferentes a la Luna, en concreto del cometa Wild 2, y desde 2006 estudia en el Instituto de Ciencias del Espacio los procesos de formación de cometas, asteroides y meteoritos.
El estudio de estos materiales primitivos da "claves muy valiosas" sobre las fases iniciales del Sistema Solar y permite profundizar en los orígenes de la vida y de la propia Tierra, precisa Josep Maria Trigo.
El astrofísico, que entre 2003 y 2005 estudió meteoritos primitivos en la Universidad de California Los Angeles (UCLA), indica que de acuerdo a estudios recientes, Júpiter y Saturno no tuvieron inicialmente una órbita estable y tuvieron una fase de "migración" hasta alcanzar un equilibrio.
Esta etapa de migración de los planetas gigantes produjo una perturbación gravitatoria en los asteroides y cometas situados en el límite exterior del cinturón principal de asteroides, con un bombardeo tardío que no tiene nada que ver con el primordial que dio origen a la formación de los planetas.
Ese bombardeo tardío fue esencial por cuanto la Tierra se formó a altas temperaturas y fue sometida a grandes impactos en los primeros tiempos que hicieron perder parte de su contenido más volátil.
Los objetos llegados en ese bombardeo tardío eran ricos en agua y materia orgánica, y por ello tuvieron un papel fundamental en el enriquecimiento químico previo a la aparición de la vida.
Como consecuencia de aquella etapa la atmósfera terrestre retuvo determinados gases nobles y elementos ligeros que posiblemente en buena medida albergaban los materiales traídos por ese bombardeo tardío, explica el científico.
Todos estos fenómenos produjeron cambios fundamentales relacionados con la aparición del agua en la superficie terrestre y de la materia orgánica que hizo posible el "caldo" de la vida en los océanos.
Por este motivo el estudio de los materiales primitivos de nuestro Sistema Solar resulta "una oportunidad única" en el objetivo de entender el origen de la vida en la Tierra, en particular el análisis de los meteoritos conocidos como condritas carbonáceas y los cometas, con un significativo contenido en agua y materia orgánica.
Respecto a este tipo de meteorito, Josep Maria Trigo señala que hay nueve grupos de condritas carbonáceas. Se denominan así porque algunos grupos contienen hasta un 4% de su masa formada por carbono, y éste puede presentarse en un estado muy sencillo (carbono amorfo) o mucho más evolucionado.
Estos meteoritos se formaron en las regiones externas del cinturón principal de asteroides y además de materia orgánica, algunos presentan agua en forma de minerales hidratados (arcillas).
Las condritas carbonáceas son enormemente primitivas y el estudio de sus componentes radiactivos revela que se formaron unos 15 millones de años antes que la Tierra, es decir, hace unos 4.565 millones de años.
Estos materiales primitivos son los que permiten datar el Sistema Solar, pues las partículas más antiguas de éste se han descubierto en el cometa Wild 2 y en las condritas, y se trata de unos óxidos refractarios ricos en calcio y aluminio, capaces de resistir altas temperaturas.
A uno de los grupos de condritas carbonáceas pertenece el meteorito Murchison que cayó en Australia en 1969, pocos meses después de que al Centro Espacial Johnson de la NASA llegasen las muestras de la misión lunar del Apollo.
En aquella época el científico catalán Joan Oró fue uno de los pioneros en este tipo de investigación al estudiar ese meteorito, del que dedujo que se trata de materiales ricos en aminoácidos, bases nitrogenadas e hidrocarburos alifáticos y aromáticos, recuerda Josep Maria Trigo.
Ya en 2006, en la primera fase de la misión Stardust, en la que participó el científico del CSIC-IEEC, se recuperaron partículas del cometa Wild 2 despedidas de su superficie y recogidas con un aerogel, una especie de espuma de muy baja densidad formada de óxido de silicio.
Ahora el proyecto se encuentra en su segunda fase, que consiste en estudiar los granos interestelares, partículas procedentes de estrellas captadas con el mismo aerogel tras una exposición de varias horas.
También se trabaja en los procesos de interacción de estas partículas con el aerogel, que penetraron en él a velocidades de 6,1 kilómetros por segundo y por ello, se estudia qué temperaturas alcanzaron durante este proceso de frenado, detalla el investigador del Instituto de Ciencias del Espacio (CSIC) y del Instituto de Estudios Espaciales de Cataluña.
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