Tomotsugu Goto de la Universidad de Hawái y sus colegas han descubierto una galaxia gigante en cuyo centro anida un agujero negro supermasivo, el más distante encontrado hasta el momento.
La galaxia, tan lejana que se ve como era hace 12.800 millones de años, es tan grande como la Vía Láctea y alberga en su centro un agujero negro supermasivo que contiene tanta materia como por lo menos mil millones de veces la de nuestro Sol.
Es sorprendente que una galaxia tan grande ya existiera cuando el universo sólo tenía alrededor de un 6% de su edad actual, y que albergase un agujero negro con una masa de por lo menos mil millones de veces la del Sol. La galaxia y el agujero negro tuvieron que haberse formado muy rápidamente en el universo temprano.
Acumular conocimientos sobre las galaxias que albergan agujeros negros supermasivos es importante para lograr desentrañar un misterio que persiste en la astrofísica desde hace bastante tiempo: el de cómo esas galaxias y sus agujeros negros de gran masa han evolucionado juntos. Hasta ahora, estudiar galaxias poseedoras de agujero negro supermasivo y ubicadas en los confines del universo ha sido sumamente difícil porque la luz muy brillante proveniente de las inmediaciones del agujero negro dificulta la captación de la luz, más débil, emitida por el resto de la galaxia.
A diferencia de los agujeros negros pequeños que se forman cuando las grandes estrellas mueren, el origen de los agujeros negros supermasivos es un enigma sin esclarecer. Un modelo actualmente en boga requiere que se fusionen en uno varios agujeros negros de masa mediana, presumiblemente formados a su vez al fusionarse diversos agujeros negros de masa pequeña, los cadáveres de las estrellas masivas.
Después de formarse, los agujeros negros supermasivos continúan a menudo creciendo porque su gravedad atrae la materia de los objetos celestes circundantes. La energía liberada en este proceso explica la luz de brillo muy potente emitida desde la región que rodea a cada agujero negro.
Un análisis cuidadoso de los datos conseguidos con las observaciones ha revelado que el 40% de la luz observada en el infrarrojo cercano es de la galaxia en sí misma, y el 60% restante procede de las nubes circundantes de materia (básicamente nebulosas) iluminadas por la acción violenta del agujero negro en su entorno.
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