La galaxia Andrómeda ha sido extensivamente estudiada hasta ahora, debido principalmente a que es una de las galaxias más cercanas que la Vía Láctea tiene. De hecho, es tan cercana que se espera que en miles de millones de años más, ambas colisionen para finalmente conformar una galaxia gigante de tipo elíptica.
Se sabe que Andrómeda es de un tipo espiral algo barrada, pero posee una casi imperceptible perturbación en su forma. Con respecto a esto, recientemente se ha encontrado evidencia que podría explicar esta peculiaridad. Un grupo de científicos, que incluyó a Larry Widrow de la Queen’s University, utilizó datos del Pan-Andromeda Archeological Survey (PAndAS) para indagar en el origen de esta pequeña deformación del disco espiral.
En estos datos se encontró una nueva estructura muy tenue, la cual conecta a Andrómeda y a una galaxia pequeña y espiral vecina, llamada Galaxia del Triángulo. Esta estructura estaría compuesta principalmente por materia oscura y en menor proporción por estrellas poco luminosas.
Según Widrow, aquellas estrellas encontradas serían reliquias procedentes de un encuentro extremadamente cercano que habrían tenido ambas galaxias hace 2 o 3 millones de años atrás. Este acercamiento habría tenido efectos en estas, modificando ligeramente y para siempre sus impolutas estructuras espirales.
Más aún, una simulación computacional de la evolución de las galaxias, confirma teóricamente la existencia de este 'trozo' de la Galaxia del Triángulo que habría sido desgarrado gravitacionalmente por Andrómeda. No conforme con esto, la galaxia gigante cometería un verdadero acto de 'canibalismo galáctico' en miles de millones de años más, al incorporar a su vecina a su halo.
Entonces, en el futuro no sólo Andrómeda y la Vía Láctea conformarían una gigantesca galaxia elíptica, sino que también sería arrastrada a este proceso -de forma involuntaria tal vez- a la Galaxia del Triángulo.
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