En una dramática nueva vista del centro de la Vía Láctea, el Telescopio Espacial Chandra revela niveles de complejidad impensados para esta región.
Durante muchos años, los astrónomos se han preguntado el motivo por el que Sagitario A, el gigantesco agujero negro que hay en el centro de nuestra galaxia, parece estar dormido. En efecto, y a pesar de que tiene casi cuatro millones de veces la masa del Sol, el monstruo da muy pocas muestras de actividad si se le compara con los agujeros negros de otras galaxias, que irradian miles de millones de veces más energía. Ahora, una nueva imagen del centro de nuestra galaxia obtenida por el telescopio de rayos X Chandra apuntan a una posible explicación.
En la fotografía (un mosaico de 88 imágenes de Chandra del centro de la galaxia) aparece un extraordinario paisaje dominado por completo por Sagitario A. El agujero negro y varias jóvenes y enormes estrellas destacan entre la bruma y el caos de gas supercaliente que rodea al tenebroso gigante.
"Nos hemos preguntado con asombro por qué el agujero negro central de la Vía Láctea parece ser un gigante adormilado. Pero ahora nos hemos dado cuenta de que fue mucho más activo en el pasado. Quizá esté solo descansando después de esa gran actividad", dice Tatsuya Inui, de la universidad japonesa de Kyoto.
Tatsuya Inui lidera un equipo de astrónomos que utiliza datos de varios satélites y observatorios de rayos X (los japoneses Suzaku y Asca X, el Chandra de la NASA y el XMM-Newton, de la Agencia Espacial Europea) para determinar la historia de 'nuestro' agujero negro central. Y esos datos revelan que hace no demasiado tiempo (apenas unos 300 años) que Sagitario A expulsó una gigantesca llamarada de energía. Después se 'apagó' y así ha seguido hasta ahora.
La razón para utilizar telescopios de rayos X es que, sencillamente, en ningún otro rango del espectro se podrían obtener resultado parecidos. Los rayos X, en efecto, penetran (casi como si no existieran) en el interior de las densas nubes de polvo y gas que rodean el centro galáctico, y nos muestran lo que hay en su interior. Algo que sería imposible con un telescopio óptico.
Los datos obtenidos entre 1994 y 2005 indican que las nubes de gas que le rodean (y que los científicos llaman Sagitario B2), brillan y se apagan rápidamente a la luz de los rayos X. Una radiación que procede del borde mismo del agujero negro, donde se acumula la materia alrededor del gigante, que se calienta y emite rayos X.
Durante los últimos 300 años, los rayos X que demuestran la existencia de esa gran llamarada a principios del siglo XVIII han recorrido, a la velocidad de la luz, la distancia que separa Sagitario A de Sagitario B2. Por eso, cuando los científicos observan que algo sucede en la nube, lo que ven en realidad es algo que sucedió hace ya tres siglos.
Por suerte para los investigadores, ese 'algo' es una serie de bruscos cambios de brillo en Sagitario B2 (una región de sólo diez años luz de tamaño). "Observando cómo esa nube se ha encendido y apagado durante los últimos diez años -explica Katsuji Koyama, uno de los miembros del equipo investigador- podemos reconstruir la actividad del agujero negro hace 300 años. Y el resultado es que entonces era hasta un millón de veces más brillante que ahora. Debió de liberar una llamarada increíblemente potente".
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