Visión infrarroja de la Nebulosa de la Laguna (Messier 8) tomada por VISTA. Crédito: ESO/VVV |
Las observaciones en infrarrojo permiten a los astrónomos ver a través del velo de polvo que impide observar los objetos celestes en luz visible. Esto ocurre debido a que la luz visible, que tiene un ancho de onda casi del mismo tamaño que las partículas de polvo, sufre una alta dispersión, mientras que la luz infrarroja de mayor ancho de onda logra pasar a través del polvo con un nivel de dispersión mucho más bajo. VISTA, con su espejo de 4,1 metros de diámetro -el telescopio de rastreo más grande del mundo- está dedicado a sondear grandes áreas del cielo en longitudes de onda del infrarrojo cercano con una gran profundidad y velocidad. Por lo tanto resulta ideal para el estudio del nacimiento estelar.
Las estrellas comúnmente se forman en grandes nubes moleculares de gas y polvo que colapsan por su propio peso. La Nebulosa de la Laguna, sin embargo, es también el hogar de regiones mucho más compactas de gas y polvo que colapsan, llamadas glóbulos de Bok. Estas oscuras nubes son tan densas que, incluso en el infrarrojo, pueden bloquear la luz de las estrellas que hay detrás. La zona oscura más famosa de la nebulosa, de la cual recibe su nombre, es la línea de polvo con forma de laguna que se abre camino a través de la luminiscente nube de gas.
Estrellas jóvenes y calientes, que emiten intensa radiación ultravioleta, son las responsables del fuerte brillo de la nebulosa. Pero la Nebulosa de la Laguna es también el hogar de estrellas aún más jóvenes. Estrellas recién nacidas eyectan ocasionalmente chorros de materia desde sus polos. Cuando este material eyectado alcanza el gas circundante se forman cortos y brillantes relámpagos llamados objetos Herbig-Haro, que facilitan la detección de las estrellas recién nacidas. En los últimos cinco años, varios objetos Herbig-Haro han sido detectados en la Nebulosa de la Laguna, lo que indica que los nacimientos siguen ocurriendo.
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