Michio Kaku. |
Para empezar, el precio de los chips continuará cayendo -tal como ha venido haciendo durante las últimas décadas- y llegarán a costar menos que el papel. La computación invadirá todos los terrenos de la vida, hasta los más insospechados. Paredes y espejos se convertirán en pantallas inteligentes, y los turistas tendrán ocasión de recrear ante sus ojos la grandeza de civilizaciones extintas gracias a unas lentillas que sólo requerirán de un parpadeo para acceder a internet. Con esas lentillas, los diseñadores y artistas podrán visualizar sus creaciones y detectar posibles defectos antes de su ejecución; los estudiantes podrán olvidarse de memorizar -tendrán acceso directo a toda la información-, para dedicar sus esfuerzos a "comprender conceptos e ideas". Será un mundo en el que desaparecerán palabras como "cáncer" o "accidente de automóvil" gracias a nuevas aplicaciones y descubrimientos.
Para Kaku, la transformación más decisiva provendrá del terreno de la medicina. En muy pocos años, los principales órganos vitales del cuerpo humano crecerán en el laboratorio y estarán listos para cualquier operación. Unas minúsculas cápsulas explorarán el interior del cuerpo humano en busca de tumores y enfermedades, y los médicos serán recreaciones holográficas que estarán siempre allí donde les necesitemos. Para Kaku, "nuestros lavabos en el futuro tendrán un mayor poder computacional que los hospitales de hoy en día".
Kaku, que es profesor de la Universidad de Nueva York y un excelente divulgador, está convencido de que el gran poder transformador social de la ciencia nos conducirá a un capitalismo perfecto. La relación entre cliente y fabricante será más directa y los consumidores tendrán un conocimiento exhaustivo e inmediato de todos los productos del mercado, lo que incrementará la competencia.
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