La NASA se prepara para una potencialmente dañina lluvia de meteoros

La NASA está evaluando el riesgo que plantea para las naves espaciales la próxima lluvia de meteoros Dracónidas de 2011, una tormenta de siete horas de diminutas rocas espaciales que tienen el potencial de impactar con importantes naves que orbitan la Tierra, tales como la tripulada Estación Espacial Internacional y el Telescopio Espacial Hubble.

Imagen de la lluvia de Leónidas de 1999.
La evaluación del riesgo de la lluvia de meteoros es en realidad más un arte que una ciencia, y hay cierta variación entre los niveles de intensidad proyectados para las Dracónidas de 2011 por parte de los pronosticadores de meteoros. Pero los operadores de las naves ya están recibiendo notificaciones para evaluar acciones defensivas.

Los actuales modelos de predicción de meteoros proyectan un potente estallido de las Dracónidas, posiblemente una gran tormenta, el 8 de octubre de 2011, de acuerdo con William Cooke de la Oficina de Entorno de Meteoroides del Centro Marshall de Vuelos Espaciales de la NASA en Huntsville, Alabama.

Las Dracónidas presentan cierto riesgo para las naves, confirmó Cooke. Podrían convertirse en el próximo evento significativo en la órbita baja de la Tierra, en lo que a meteoroides se refiere, añadió.

Cooke y Danielle Moser de Stanley, Inc., también en Huntsville, presentaron sus datos de las Dracónidas en Meteoroids 2010, una conferencia internacional sobre cuerpos menores del Sistema Solar que tuvo lugar del 24-28 de mayo en Breckenridge, Colorado.

La lluvia anual de las Dracónidas no es conocida por ser un brillante espectáculo de meteoros, dijo Cooke.

Los ritmos de intensidad predichos para 2011 abarcan un orden de magnitud, añade, con el Ritmo Horario Cenital máximo, o ZHR, variando de unas pocas decenas a varios cientos, como se verían por un observador.

Un Modelo de Flujo de Meteoroides del Centro de Vuelo Espacial Marshall basado en observaciones ópticas y de radar de antiguas lluvias Dracónidas, sugiere que el ritmo máximo será de varios cientos por hora.

Entonces, ¿por qué la preocupación?

Cooke dice que una fracción significativa de las anomalías en las naves producidas por lluvias de meteoroides están provocadas por descargas electrostáticas cuando el meteoroide se encuentra con el satélite.

Y aunque no se informaron de problemas eléctricos en las naves durante el estallido de Dracónidas de 1985 y 1998, él dice que la falta de viejas anomalías no debería tomarse como una 'carta blanca' por parte de los operadores de satélite e ignorar la de 2011.

La probabilidad de anomalías eléctricas es baja, no obstante, debido a la baja velocidad de las Dracónidas, señaló Cooke.

"Ya estamos trabajando en programas con la NASA para evaluar los riesgos de las naves", dijo Cooke. "Imagino que cuando se publiquen estas palabras habrá un furor draconiano, y tendré las habituales llamadas procedentes de las compañías de satélites de comunicaciones así como de los programas espaciales gubernamentales", dijo a Space.com.

La Estación Espacial Internacional está fuertemente blindada contra los escombros orbitales.

Siendo este el caso, "no esperamos que pase nada malo allí", dijo Cooke.

Sin embargo, las Dracónidas aparecerán sobre el limbo de la Tierra creando un espectáculo celestial que podrán disfrutar a través de las ventanas los miembros de la tripulación de la estación espacial.

"No estoy preocupado por la estación espacial. Incluso aunque las Dracónidas fuesen una tormenta de meteoros a gran escala, confiaría en que el programa de la estación espacial tomaría las medidas adecuadas para mitigar los riesgos", dijo Cooke.

El paso más radical sería reorientar la estación espacial, según Cooke.

"Pero, francamente, dado el nivel de flujo, no creo que tengan que hacer eso", agregó. "Pero esa es su decisión. Daré los niveles de flujo y ellos tomarán la decisión".

Una medida que los funcionarios de la estación espacial podrían tomar, añadió, es no realizar paseos espaciales durante la lluvia.

Para el Telescopio Espacial Hubble, si los operadores juzgan que el riesgo es lo suficientemente alto, apuntarán el observatorio lejos del radiante de las Dracónidas (el punto desde el que parece emanar la lluvia).

"Cada vez que tomas una estrategia de mitigación, como cambiar la altitud de la nave, o desconectar el alto voltaje, también se incurre en un riesgo", dijo Cooke.

Cada nave es única, y los componentes tienen distintos umbrales de daño, por lo que se anima a los programas a llevar a cabo un análisis para determinar si son necesarias o no estrategias de mitigación para sus vehículos antes de las Dracónidas del año siguiente.

Cooke dijo que la amenaza para las naves procedente de las lluvias de meteoros pasadas -particularmente las Leónidas de 1998- produjeron más nervios que los impactos a hipervelocidad.

"En realidad no entendíamos lo que estaba pasando", agregó. "Ahora nos sentimos mucho mejor. Sin embargo, las Leónidas sensibilizaron a los operadores de las naves sobre la preocupación en las lluvias de meteoros. Tal vez, a veces, se preocupan más de lo debido".

Cooke dijo que a principios de 2011 revisaría la predicción de las Dracónidas -también haciendo uso de datos procedentes de otros pronosticadores de todo el mundo- los cuales se publicarían a los operadores de las naves espaciales.

"También hay una gran cantidad de resistencia allí", añade Cooke. "Somos como los hombres del tiempo... nuestros pronósticos cambian... y la tendencia general siempre es a la baja", dice Cooke.

Sin embargo, la cautela es la consigna.

"Debido a que ahora podemos predecirlas, tenemos una forma de prevenirlo. Si te impacta un meteoro esporádico es mala suerte. Si lo hace una lluvia de meteoroides, es negligencia", dijo Cooke.

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