Primeras colisiones en el LHC, y el mundo sigue con vida

Luego de dos intentos fallidos, los haces de protones chocaron con una energía de 3,5 TeV cada uno. El experimento que espera obtener respuestas sobre las incógnitas del Universo y la materia, no ha creado un agujero negro que se trague la Tierra.

Los científicos han logrado hoy, por primera vez, la colisión de haces de protones en el gran acelerador del CERN a una energía de 3,5 TeV (teraelectronvoltios) cada uno, recreando la situación similar a los instantes posteriores al Big Bang. Se trata de la primera vez que se consigue llevar a cabo un experimento de estas características, un récord mundial en la historia de la Ciencia que ayudará a entender cómo funciona nuestra galaxia.

Este resultado, que se obtuvo después de dos intentos fallidos, abre las puertas a una nueva fase de la física moderna, pues permitirá dar respuestas a numerosas incógnitas del Universo y la materia, según los científicos del CERN.

El director general del CERN, Rolf Heuer, expresó su gran alegría y excitación por lo que calificó como el "principio de una nueva era para la física moderna", en declaraciones transmitidas por videoconferencia desde Japón, donde se encuentra de visita: "Con esta experiencia se abre una ventana para obtener nuevos conocimientos del Universo y del microcosmos, aunque esto no será inmediato", señaló el director general.

El objetivo de los científicos era recrear mini versiones de lo que fue el Big Bang, recuperar la situación del Universo de hace 13,7 miles de millones de años, en el momento de su nacimiento, con el principal objetivo de analizar el origen y la naturaleza de la materia, así como el de las estrellas y planetas que lo conforman.

Después diversas pruebas sin problemas realizadas la pasada noche en el LHC, se produjeron pequeñas interferencias del suministro de energía, así como fallos en el sistema de seguridad de los imanes, de forma que los físicos tuvieron que suspender por lo menos por algunas horas las colisiones de partículas a altas energías.

Tras más de 20 años de investigación, más de 3.900 millones de euros invertidos y el trabajo 10.000 científicos de 80 países, dos haces de mil millones de protones cada uno, acelerados a una velocidad próxima a la de la luz, circularán por un túnel circular de 27 kilómetros de largo y en algún momento se chocarán.

Los protones circulan por el Gran Colisionador de Hadrones (Large Hadron Collider, LHC) de CERN, el mayor del mundo, situado a 100 metros bajo tierra en Ginebra, cerca de la frontera con Francia.

Para poder retener la información que las colisiones produzcan, el LHC cuenta con cuatro detectores, Atlas, Alice, CMS y LHCb, que captarán millones de datos que, posteriormente, deberán ser analizados durante años.

Esa es parte de la magia del experimento: se ha aplaudido como un evento magno nunca antes logrado, pero no desvelará ninguna información concreta hasta pasados varios años. La información será de tal magnitud que, para poder estudiarla, se distribuirá entre los distintos centros de investigación que forman la red de cálculo del acelerador. Lo único que podemos aventurarnos a decir -sin esperar los resultados de los estudios- es que el mundo continúa girando pues ningún agujero negro ni explosión de gran magnitud ha acontecido en la frontera franco-suiza.

El sistema empezó a funcionar a una energía de 0,45 TeV para alcanzar poco después su primer récord mundial -de 1,18 TeV-, al que siguió otro de 2,36 TeV el pasado diciembre, lo que ya permitió registrar numerosos datos procedentes de un millón de colisiones de partículas.

7 TeV es la mitad de la potencia calculada del acelerador, una capacidad máxima a la que sólo será sometido después de se haya revisado minuciosamente todo el engranaje y se haya reconfigurado para adaptarse a una velocidad de 14 TeV. Una nueva etapa que se espera que no ocurra antes de 2013. El LHC se encendió por tercera vez a finales de febrero tras la regular pausa invernal.

La vez anterior que fue encendido fue en noviembre del 2009, tras 14 meses apagado para ser reparado de una avería ocurrida pocos días después de su primera puesta en funcionamiento en septiembre del 2008.

Uno de los principales retos del experimento de este martes es poder comprobar empíricamente la teoría estándar de la física, basada en el "bosón de Higgs".

La existencia de esa partícula, que debe su nombre al científico que hace 30 años predijo su realidad, se considera indispensable para explicar por qué las partículas elementales tienen masa y por qué las masas son tan diferentes entre sí.

Precisamente, la existencia del bosón, llamada "la partícula de Dios" y la posibilidad de que sea probada en el CERN ha creado una viva polémica entre el propio Higgs y otro eminente físico, Stephen Hawking, quien duda de su realidad y, por tanto, de que pueda demostrarse empíricamente.

La magia, el temor, la fascinación y la expectativa que crea el CERN son inigualables, y a partir de este martes, con la llave del origen del Universo en sus manos, su leyenda se expandirá, como sus protones, a una velocidad cercana a la luz.

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