Utilizando el Observatorio W.M. Keck, unos astrónomos han escudriñado en detalle un joven sistema planetario, obteniendo un nivel de detalle sin precedentes del polvo y el gas que podrían acabar por formar mundos similares a Júpiter, Venus o incluso la Tierra.
El astrónomo Sam Ragland del Observatorio Keck y sus colaboradores examinaron a MWC 419 más conocida como V594 Cas, una estrella azul, de tipo B, que tiene varias veces la masa del Sol y se encuentra a unos 2.100 años-luz de distancia, en la constelación de Casiopea. MWC 419 tiene menos de diez millones de años de edad.
El equipo midió las temperaturas en el disco de formación planetaria a aproximadamente 80 millones de kilómetros de la estrella. Eso es algo más de la mitad de la distancia de la Tierra al Sol y menos que la que separa a éste de Venus.
Debido a que el gas, el polvo y los 'escombros' que orbitan a las estrellas jóvenes proporcionan las materias primas para la formación de los planetas, explorar esas regiones en torno a las estrellas permite a los astrónomos conocer mejor cómo se forman los planetas como la Tierra.
Ragland y sus colaboradores midieron la temperatura del polvo en varias regiones a lo largo del disco interno de MWC 419.
Las diferencias de temperatura a lo largo del disco pueden indicar que el polvo tiene diferentes composiciones químicas y propiedades físicas que pueden tener efectos sobre cómo se forman los planetas. Por ejemplo, en nuestro Sistema Solar, las condiciones fueron justo las necesarias para permitir a los mundos rocosos formarse más cerca del Sol, mientras que los gigantes de gas y las lunas ricas en hielo se formaban en zonas más alejadas de él.
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