El Sistema Solar está atravesando una nube interestelar que según los físicos no debería existir. Un equipo de científicos explica cómo la nave espacial Voyager de la NASA ha resuelto el misterio.
"Utilizando los datos de la Voyager, hemos descubierto un fuerte campo magnético en las afueras del Sistema Solar", explica el autor principal Merav Opher, un investigador de la NASA. "Este campo magnético mantiene la nube interestelar unida y resuelve el enigma de muchos años sobre como puede existir este nube"
El descubrimiento tendrá implicaciones en el futuro cuando el Sistema Solar finalmente se encuentre, tarde o temprano, con otras nubes similares en el brazo de la galaxia, la Vía Láctea.
Los astrónomos la llaman "Nube Interestelar Local" o "Pelusa Local" para abreviar. Tiene alreddor de 30 años luz de ancho y contiene una mezcla de átomos de hidrógeno y helio a una temperatura de 6.000 °C. El misterio existencial de la pelusa tiene que ver con su entorno. Cerca de 10 millones de años atrás, un grupo de supernovas estalló cerca, creando una burbuja gigante de gas de millones de grados. La Pelusa está completamente rodeada por estos gases de alta presión de supernova y debería ser aplastada o dispersada por los mismos.
"La temperatura observada y la densidad de la nube local no proporcionan la suficiente presión para resistir la 'acción de aplastante' del gas caliente a su alrededor", dice Opher.
Entonces, ¿cómo sobrevive la Pelusa? Las Voyager han encontrado la respuesta.
"Los datos de Voyager muestran que Pelusa está mucho más fuertemente magnetizada de lo que nadie había sospechado anteriormente, entre 4 y 5 microgauss (un microgauss es una millonésima parte de un Gauss, una unidad de fuerza del campo magnético, el campo magnético de la Tierra es de aproximadamente 0,5 Gauss o 500.000 microgauss)", dice Opher. "Este campo magnético puede proporcionar la presión extra que se requiere para resistir a la destrucción".
Las dos sondas Voyager de la NASA han estado viajando hacia fuera del Sistema Solar por más de 30 años. Ahora están más allá de la órbita de Plutón y al borde de entrar en el espacio interestelar, pero no están allí todavía.
"Las Voyager en realidad no están dentro de la Pelusa Local", dice Opher. "Pero ellas se acercan y se puede sentir como es la nube mientras van hacia ella".
La Pelusa es mantenida a raya más allá del borde del Sistema Solar por el campo magnético del Sol, que es inflado por el viento solar en una burbuja magnética de más de 10 billones de kilómetros de ancho. Llamada heliosfera, esta burbuja actúa como un escudo que ayuda a proteger al Sistema Solar interior de los rayos cósmicos galácticos y de las nubes interestelares. Los dos Voyager se encuentran en la capa más exterior de la heliosfera, o heliopausa, donde el viento solar es frenado por la presión del gas interestelar.
Voyager 1 entró en la heliopausa en diciembre de 2004, y la Voyager 2 casi 3 años después, en agosto de 2007. Estos pasos son fundamentales para el descubrimiento de Opher.
El tamaño de la heliosfera está determinado por un equilibrio de fuerzas: el viento solar que infla la burbuja desde el interior, mientras que la pelusa local comprime desde el exterior. Los cruces de la Voyager en la heliofunda revelaron el tamaño aproximado de la heliosfera y, por tanto, la cantidad de presión que ejerce la Pelusa Local. Una parte de esa presión es magnética y corresponde aproximadamente a unos 5 microgauss.
El hecho de que la Pelusa está fuertemente magnetizada significa que las otras nubes en el vecindario galáctico también podrían estarlo. Eventualmente, el sistema solar se encontrará con algunas de ellas, y los fuertes campos magnéticos de la heliosfera podrían comprimirla aún más de lo que se comprime ahora. Una compresión adicional podría permitir a más rayos cósmicos alcanzar el interior del sistema solar, posiblemente afectando el clima terrestre y la capacidad de los astronautas de viajar con seguridad a través del espacio. Por otra parte, los astronautas no tendrían que viajar tan lejos, porque el espacio interestelar estaría más cerca que nunca. Estos acontecimientos se llevan a cabo en escalas de decenas de cientos de miles de años, que es el tiempo que tarda el Sistema Solar, para pasar de una nube a la siguiente.
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