Imagen del suelo marciano captado por la sonda 'Phoenix'. | NASA.
Cuando pasa más de un año de la llegada de la nave Phoenix a la superficie de Marte, la misión continúa revelando valiosa información sobre las reservas de agua del planeta. Los investigadores de la NASA han descubierto la formación de nubes de agua helada en la atmósfera del planeta rojo durante los últimos días de verano.
El hallazgo, aparecido en el último número de la revista 'Science', hace públicos datos recogidos por la Phoenix en sus primeros cinco meses en Marte. En este periodo la nave ha sido testigo de un cambio de estación -de verano a otoño-, lo que proporciona a los científicos una visión sin precedentes de las condiciones en la superficie del planeta.
Asimismo los expertos encontraron indicios de precipitaciones en forma de cristales de hielo que caen durante la noche para después sublimarse por la mañana dando lugar a agua. "Esperábamos encontrar hielo, pero las nevadas han sido una sorpresa más que bienvenida", afirma el investigador principal Peter H. Smith. Durante el día, el vapor que se origina desde el suelo se mezcla y asciende hasta unos cuatro kilómetros de altura donde se forman nubes de nuevo.
El ciclo hidrológico marciano es aún más evidente en la región Ártica, donde la abundancia de agua a mediados de verano hace que la capa de hielo en la superficie alcance mínimos. Ese agua retorna al suelo durante el otoño, si bien ese proceso nunca había sido observado. "En verano hay mucho polvo en la atmósfera. A medida que nos acercábamos al otoño el polvo se despejó, y de repente había nubes a cuatro kilómetros sobre la superficie", explica Smith.
Los investigadores encontraron indicios de que finas películas de agua habrían modificado a lo largo de los años la composición del suelo. A diferencia de la tierra, Marte tiene un eje gravitatorio inestable, actualmente se inclina unos 25 grados desde su vertical. Tal vez en otro momento la inclinación fuese mayor, lo que, según los expertos, haría que el polo norte del planeta estuviese más expuesto a la luz del sol, creando condiciones más cálidas y húmedas durante el verano.
Este tipo de condiciones propiciaría un aumento de la cantidad de agua en la atmósfera, hasta trescientas veces la actual. Hubiese sido suficiente para crear copos de nieve que, al derretirse en días de verano, hubiesen formado pequeñas películas de agua.
El hallazgo, aparecido en el último número de la revista 'Science', hace públicos datos recogidos por la Phoenix en sus primeros cinco meses en Marte. En este periodo la nave ha sido testigo de un cambio de estación -de verano a otoño-, lo que proporciona a los científicos una visión sin precedentes de las condiciones en la superficie del planeta.
Asimismo los expertos encontraron indicios de precipitaciones en forma de cristales de hielo que caen durante la noche para después sublimarse por la mañana dando lugar a agua. "Esperábamos encontrar hielo, pero las nevadas han sido una sorpresa más que bienvenida", afirma el investigador principal Peter H. Smith. Durante el día, el vapor que se origina desde el suelo se mezcla y asciende hasta unos cuatro kilómetros de altura donde se forman nubes de nuevo.
El ciclo hidrológico marciano es aún más evidente en la región Ártica, donde la abundancia de agua a mediados de verano hace que la capa de hielo en la superficie alcance mínimos. Ese agua retorna al suelo durante el otoño, si bien ese proceso nunca había sido observado. "En verano hay mucho polvo en la atmósfera. A medida que nos acercábamos al otoño el polvo se despejó, y de repente había nubes a cuatro kilómetros sobre la superficie", explica Smith.
El agua modificó la composición del suelo
Observaciones llevadas a cabo por la Misión Viking ya indicaron que la atmósfera estaba saturada de vapor de agua por la noche, lo que sugería que las precipitaciones debían jugar un papel en el intercambio de agua entre atmósfera y superficie.Los investigadores encontraron indicios de que finas películas de agua habrían modificado a lo largo de los años la composición del suelo. A diferencia de la tierra, Marte tiene un eje gravitatorio inestable, actualmente se inclina unos 25 grados desde su vertical. Tal vez en otro momento la inclinación fuese mayor, lo que, según los expertos, haría que el polo norte del planeta estuviese más expuesto a la luz del sol, creando condiciones más cálidas y húmedas durante el verano.
Este tipo de condiciones propiciaría un aumento de la cantidad de agua en la atmósfera, hasta trescientas veces la actual. Hubiese sido suficiente para crear copos de nieve que, al derretirse en días de verano, hubiesen formado pequeñas películas de agua.
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