Enanas blancas, zonas habitables y otras "Tierras"

Los astrónomos han ignorado a las enanas blancas en su búsqueda de exoplanetas. Esto puede haber sido un error, según un nuevo estudio de las zonas habitables en enanas blancas.

Aunque los agujeros negros y las estrellas de neutrones captan toda la atención como destinos finales de las estrellas, la mayoría nunca llegará a ese extremo. Aproximadamente el 97% de las estrellas en nuestra galaxia no son lo suficientemente masivas para tener uno de esos destinos.

En lugar de eso, los astrónomos creen que terminarán sus días como enanas blancas, calientes y densos 'pedazos' de materia inerte en los que todas las reacciones nucleares terminaron hace mucho.

Estas estrellas tienen aproximadamente el tamaño de la Tierra y soportan el colapso gravitatorio mediante el principio de exclusión de Pauli que evita que los electrones ocupen el mismo estado al mismo tiempo.

La única radiación que emiten es calor a medida que se enfrían, por lo que es fácil imaginar que estos objetos son de poco interés para los astrobiólogos. Y, de este modo, la mayor parte de las búsquedas de exoplanetas se han centrado en estrellas cercanas como la nuestra.

Ahora, Eric Agol, de la Universidad de Washington en Seattle, señala que los cazadores de planetas pueden haber pasado algo por alto. Dice que las enanas blancas podrían ser buenos objetivos para la búsqueda de exoplanetas.

Señala que son tan comunes como las estrellas similares al Sol, que las más comunes tienen una temperatura superficial de alrededor de 5.000 K y que esto produciría una zona habitable a distancias de aproximadamente 0,01 UA para periodos por encima de 3.000 millones de años. Esto es lo suficientemente largo como para que haya surgido algo interesante en estos cuerpos.

Es más, cualquier planeta del tamaño de la Tierra orbitando a esta distancia debería ser fácilmente detectable cuando pasa frente el diminuto disco de una enana blanca.

Esto es un obstáculo, sin embargo. A medida que las estrellas envejecen, forman gigantes rojas que engullen todo dentro de un radio de aproximadamente 1 UA. Por lo que cualquier planeta que orbite en la zona habitable habría tenido que migrar allí después que se formara la enana blanca.

Esto es un poco improbable, pero no completamente imposible. Muchas teorías sobre la formación del Sistema Solar suponen que la migración planetaria desempeña un papel importante.

Agol calcula muchas de las propiedades de estas otras "Tierras", que resultan ser sorprendentemente similares a la nuestra. "Los habitantes de un planeta en la zona habitable verán a sus estrellas con un color y tamaño angular similar al que nosotros vemos del Sol", dice.

Por otra parte, la corta órbita y la posibilidad de fijación por marea significan que estos planetas probablemente tendrán un lado con día y otro con noche, ambos permanentes.

Pero lo más apasionante del trabajo de Agol es que los tránsitos frente a la estrella madre deberían hacer que estos planetas fuesen fáciles de detectar. "Los cuerpos del tamaño de la Tierra, o incluso menores, podrían en principio ser detectables con telescopios terrestres", dice Agol. De hecho, calcula que una red de unos 20 telescopios de 1 metro estudiando sistemáticamente el cielo a lo largo de 2 años, podría encontrar media docena de planetas.

Lo que significa que hay una remota posibilidad de que el primer planeta similar a la Tierra pueda encontrarse en la órbita de una enana blanca.

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1 comentarios:

Anónimo dijo...

muy buena info.

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